La maldición de los anillos

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El país/El Universal/Amnistia internacional/ bEtH

Desde que fueron reinventados por Pierre de Coubertin, los Juegos Olímpicos siempre han sido politizados. La primera vez fue en 1896, en Atenas, cuando se trató de avergonzar a los turcos que aún ocupaban el norte de Grecia. Los juegos de Berlín, de 1936, celebraron el triunfo de la ideología nazi. Los de México en el 68 después de la matanza por parte del gobierno de miles de jovenes universitarios. Los de Seúl, en 1988, abrieron la puerta a la democratización de Corea del Sur. Los de Beijing no serán menos políticos.

Los chinos, anfitriones del evento, están que trinan porque la cosa les está saliendo terribles. A causa de los atropellos que cometieron en el Tíbet nada más inaugurarse el año olímpico. ¿Cómo no iban a aprovecharse del eco mediático de las Olimpiadas los habitantes de un país invadido desde los tiempos de Tintín (véase el álbum Tintin en el Tíbet) para que su protesta se oyera en todo el mundo? Nada, les callaron con muertos. Y la indignación se hizo mundial. Si parafraseamos el lema olímpico, nadie les ha podido decir a los mandatarios (ojo, mandatarios, no mandarines) chinos más alto, más rápido y más fuerte que su conducta en el Tíbet es, por decirlo suavemente, impropia. Indigna, me sugiere mi lado enredador. No hay día que pase sin que las protestas se amplifiquen y generalicen.

Sí, pasan los días pero, por ejemplo, no puede pasar la antorcha olímpica. Se pide la suspensión de los Juegos. Aunque no se producirá. ¿Estaremos ante un nuevo caso de doble moral? Se grita, se protesta pero por la puerta de atrás se consiente. En fin, un asunto difícil. Que tire la primera piedra (o jabalina o martillo) quien no haya pasado por lo mismo.

Los cambios positivos, como una reforma del sistema de pena de muerte y mayor libertad de información para los periodistas extranjeros, se han visto ensombrecidos por la paralización de la reforma del sistema de detención sin juicio, la represión de los defensores y defensoras de los derechos humanos y la censura en Internet.

En el informe de Amnistía Internacional se insta a las autoridades chinas a que proporcionen de inmediato acceso al Tíbet y las zonas circundantes a investigadores de la ONU y observadores independientes; pongan fin a la detención arbitraria, intimidación y hostigamiento de activistas; dejen de utilizar la detención administrativa con fines punitivos; permitan informar completa y libremente a todos los periodistas en toda China; dejen en libertad a todos los presos de conciencia, y reduzcan el número de delitos por los que pueda imponerse la pena de muerte, con miras a su abolición.

Sigamos viendo qué pasará en China, con tantos atropellos e irregularidades, que no es de sorprendernos siempre están marcados por la maldición de los anillos olímpicos.

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2 comments:

Guillermo Jáuregui dijo...

"No hay día que pase sin que las protestas se amplifiquen y generalicen(...)y eso no sólo es en China, sino en todo el mundo. Sómos personas globalizadas, también nuestros valores lo son; es como un parásito. La maldición de los anillos es, en efecto, algo real y corpóreo, al pensar las muertes que han habido hasta ahora. Pero...me pregunto, ¿hemos olvidado ya la verdadera razón por la que se organizan estas maravillosas reuniones colectivas, donde cuerpo y mente s vuelven deporte, o sólo estamos apen$%#$)/dos?

bEtH dijo...

Estoy deacuerdo Memo!! estamos un poco a... avispados! jajajaja.

Antes cuando la humanidad podía llegar a acuerdos, en el tiempo de Olimpiadas estaban prohíbidas las guerras en el mundo!!! Imagina esto un par de semanas con paz mundial.

Ahora esto se reduce a un deseo superficial de Miss Universo!

Qué terrible no poder controlar con acuerdos esta incesante incapacidad de negociar.