El cerro del cuatro llora la perdida y el gobierno no hace nada

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El granizo que se lo llevó todo en el Cerro del cuatro

Milenio/fotos Mural/ beth

Con mucha frecuencia escuchamos de los desastres naturales o las colonias barridas por la inminente lluvia que no deja de azotar a las zonas más desprotegidas de nuestros países.

Nadie sabe decir cómo fue que la cara poniente del cerro del Cuatro se convirtió en un racimo de surcos, lodo y hielo, la noche del lunes. Quizá porque ocurrió muy rápido, en unos quince minutos, y todos intentaban resguardarse de la granizada. Mala idea: en el interior de una docena de casas de la colonia Francisco I Madero, la tragedia fue más fulminante que en la calle. Bajo techo, muchos perros quedaron como esculturas de hielo: los ojos bien abiertos y las patas en posición de fuga.

A las dos de la tarde de ayer, las montañas de granizo se resistían a desaparecer bajo el sol hirviente.

Excepto los perros, que en el barrio se cuentan por centenares, nadie más murió en esa falda del cerro del Cuatro. Fue pura suerte y quizá un trueque tenebroso. Era salvar la vida a cambio del resto: la casa, los muebles, el dinero y el colchón, la dignidad… el apoyo de las autoridades.

Desde temprano, Protección Civil de Tlaquepaque afirmó, desde la cara oriente del cerro del Cuatro, que todo estaba bajo control, luego de la muerte de Roberto Carlos Contreras, cuyos dos años de vida se ahogaron bajo un torrente que barrió su hogar.

La verdad es que, a las dos de la tarde, las autoridades permanecían ajenas a lo que pasaba en la cara contraria del cerro, la poniente.

Sobre la calle San Benito, en la Francisco I Madero, los drenajes rotos dejaban escurrir los desechos viscosos de los vecinos de arriba, mientras una mujer de cabellera roja y despeinada a fuerza de tirones balbuceaba, suplicante, del otro lado del zanjón de mierda. “Dice que ocupamos PVC para que la caca no se nos meta. Que nosotros mismos reparamos esto, nomás queremos el PVC”, la tradujo su vecino Jesús López. A los pies de ambos, blug, blug, blug, los borbotones, contra una barrera de granizo.

No es que la San Benito hubiera sido una linda calle antes de la tormenta. La única señal del “progreso” durante años fue un pedazo de pavimento, casi en la esquina con 8 de Julio. Ayer, la masa de chapopote con grava podía espulgarse con los dedos, como cartón en remojo. El resto de la vía, que fue de tierra aplanada, lucía desnuda, sobre piedras movedizas.

Tres cuadras cerro arriba, María Luisa Ibarra parecía una repetición más articulada de la mujer de los pelos rojos. “Necesitamos que vengan a ver nuestras casas. El granizo se las llevó”, suplicaba.

Las viviendas de la colonia Buenos Aires estaban a oscuras, mientras en la calle 5 de Mayo sobraba la luz. “¡No se recargue ahí si no quiere que se la lleve la chingada a toques!”.

Unos en pleno ataque de histeria, otros aletargados por el susto, todos querían saber lo mismo: “¿Son del gobierno?”. Y suplicaban igual. “Necesitamos ayuda”. Y la ayuda no se veía por ningún lado.

Entre los sedados por el susto estaba Carlos Alberto Yánez, de la calle 5 de Mayo. Sintió la muerte un poco después de las nueve de la noche del lunes. ¡Truam! Un chasquido y, sin tiempo para preguntas, una marea de hielo abrió la puerta y barrió todo. Carlos desenterró a su hijo de un año y medio del hielo. Lo llevó a la segunda planta de la casa y regresó por su esposa, Verónica Segura, que, atrapada entre los muebles y con el granizo hasta el pecho, intentaba sostener en alto a la niña de cinco años, pero había perdido temporalmente al de seis años. A golpes, la familia aprendió la delgada línea entre la vida y la muerte. Aprendió que los políticos se pasean por el barrio cuando necesitan votos y luego sólo aparecen en la tele para decir: “Todo bajo control”. “La noche del lunes vinieron los de Protección Civil y nos dijeron que nos quedáramos en la planta alta, que ellos volverían a quitar el hielo, a las siete de la mañana. Ni nos vamos a ir, dijeron”. A las dos de la tarde, ni Protección Civil, ni el DIF, ni Cáritas, ni la ONU.

Carlos, que como buen soldador conoce a un ejército de ingenieros, recibió el apoyo de un ejército de albañiles, que no sabía si tendría que pagar. A las dos de la tarde, el montón de hielo alcanzaba los tres metros en su patio.

Los vecinos no tuvieron tanta suerte. María Estela Mercado tuvo el turno de la noche del lunes en la fábrica donde es obrera. Ayer, con sus hijos, intentaba rescatar cualquier cosa de su casa tambaleante. Algo parecido ocurría enfrente, con Carlos Huerta, de 74 años. Su apuro era encontrar el pantalón café sin el cual su patrón no lo acepta en el módulo turístico. Y otra vez: “¿Viene del gobierno?”.

A las dos de la tarde, por fin apareció un equipo de brigadistas de la Secretaría de Salud, con pomos de cloro “para la desinfección de agua y frutas y verduras”. “¿Y de qué nos sirven? No tenemos frutas ni verduras. Ni agua tenemos: se tronó la tubería”, recordó alguien.


Las medidas insuficientes de nuestro gobierno, las horas transcurridas sin ayuda, ni alimentos, ni nada que pueda sustentar a los mas desprotegidos en una desgracia como esta, es la peor bajeza que puede hacer nuestro gobierno.

Es realmente indignante que las familias afectadas hayan tenido que rescatarse unas a otras y comenzar el recuento de los daños sin pensar si quiera que tendrán algún tipo de apoyo útil por parte del gobierno."Aprendió que los políticos se pasean por el barrio cuando necesitan votos y luego sólo aparecen en la tele para decir: Todo bajo control”

Esta simulación! Es una verdadera porquería!!!! No se necesita ser un gran gobernante para saber que cuando alguien necesita ayuda, existen recursos para hacerlo, a menos de que ese dinero también se tenga comprometido para futuros favores de campaña.

Este país y este estado da nauseas.

- Las Cifras
Recuento de daños

Hasta anoche, el recuento de cifras oficiales de daños era escueto. Los comunicados de las autoridades hablaban de:

40 casas dañadas, como mínimo. Al mediodía, sólo se anunciaban 24 fincas, en el lado oriente del cerro. Los vecinos aseguraron que fueron muchas más

13 personas que fueron atendidas en un albergue

7 lesionados: tres menores y cuatro adultos

1 fallecido: Roberto Carlos Contreras Hidalgo, de dos años

12 vehículos varados en el Periférico Sur

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