beth/El País
¿Tenemos un Peter Pan treintón en casa o es sólo un damnificado más de la precariedad laboral o el exorbitado precio de la vivienda o es acaso solo un comodino que no quiere crecer?
El Peter Pan son estos eternos adolescentes, son aquellos que quieren prolongar su estadia en casa, quieren usar su dinero en sus autos, tecnología, gadgets, viajes, pachanga con los amigos, estar en relaciones eternas que no llegan a nada y además vivir en casa de sus padres para que ese estilo de vida pueda ser subsidiado por aquellos que tienen un trabajo o un salario que les de para eso. y puede ser desde los 20 hasta los treinta y tantos. Otros son patrocinados en sus andanzas por sus padres.
La duda ronda con frecuencia en los hogares de esta generación de jóvenes tan preparados, tan queridos y mimados y, tan acomodados, sin embargo, a la hora de levantar el vuelo. Mientras la infancia se acorta por la imposibilidad de preservar a los niños de las informaciones adultas que circulan por las pantallas, preferentemente, la adolescencia se prolonga sin límites precisos.
La familia es la institución más valorada entre los menores de 18 años
Padres, tíos y abuelos suplen las deficiencias del sistema
Salir por la noche hasta las tantas es el rito de paso de la niñez a la juventud
¿Cuánto hay de realidad en la imagen que presenta los jóvenes como hedonistas, consumistas y materialistas, personalidades egocéntricas e individualistas refractarias al compromiso y apáticas ante las cuestiones de interés general?
Mientras algunos padres entonan el "Socorro, tengo un hijo adolescente" o el "Socorro, tengo a mi hijo en casa para toda la vida", otros, fieles al modelo, actúan bajo la divisa "que no les falte nada". Así, aunque con frecuencia se trata de mujeres progresistas y profesionalmente activas, la mamá de clase media puede seguir lavando, cosiendo y planchando la ropa de los chicos, incluso de aquellos que, ya en la treintena, se han mudado a un departamento o a su propios espacio, probablemente auspiciado también por sus padres.
Por mucho que aumenten los divorcios y las familias monoparentales, las encuestas muestran que en España los jóvenes aman a su familia por encima de todas las cosas y no es diferente en Latino América.
Aquí unas cifras en España, pero no me dejarán mentir que no son nada descabelladas para México por ejemplo:
El 51% de los chicos y el 50% de las chicas con ingresos suficientes como para poder independizarse optan, sin embargo, por permanecer en casa de sus padres. Y no parece que la "sociedad líquida" del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, en la que lo único perenne es el cambio continuo, ni la "sociedad de riesgos", que da paso a formas de vida no limitadas a la familia, pueda cortar ese cordón umbilical. "Aquí no se plantea el conflicto generacional en el hogar porque hay una negociación contínua para una convivencia armónica", afirma el sociólogo valenciano Andreu López, coordinador del estudio Juventud en España 2008.
La economía global y su granito de arena
Los estudios confirman que la posición de los jóvenes en el mercado laboral ha empeorado desde 1995 y que ese deterioro es continuo y más profundo, debido a la mayor temporalidad y precariedad salarial. Se entiende, pues, que con lo duras que están las cosas ahí fuera los Peter Pan particularmente los de clase media y alta, se lo piensen antes de abandonar el hogar. Por lo general, han crecido sin estrecheces, más conscientes de sus derechos que de sus obligaciones y niegan a abandonar sus estilos de vida en pro de un crecimiento personal.
Decir que viven como reyes no es sólo retórica.
Con permiso del cambio climático y de los accidentes de tráfico -su mayor causa de mortandad-, esta generación está llamada a superar los 100 años de edad, más del doble de la esperanza de vida de los soberanos y príncipes.
Lo que continúa suscitando la alarma es el fenómeno creciente del botellón, práctica habitual ya del 26% de los jóvenes, el 10% más que hace seis años. Por descorazonador que pueda resultar que los desmovilizados jóvenes no encuentren mayor motivo de encuentro que beber en grupo, ni reivindicación mejor que un pretendido "derecho a divertirse", conviene no olvidar que las admoniciones de los adultos escandalizados ante jóvenes que "se emborrachan y blasfeman por las noches" lleva más de cinco siglos presente en la literatura. Si añadimos los escupitajos a ese cuadro y un comportamiento incívico con el mobiliario urbano, puede que lleguemos a la conclusión de que las cosas no han cambiado tanto en este aspecto.
La profesora de sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia María Jesús Funes ve en las concentraciones del botellón un punto de encuentro y de contestación generacional -una de las pocas explícitas existentes-, antes que el ejercicio depravado del alcoholismo en masa. Lo que está claro es que los jóvenes son hijos de una sociedad habituada al alcohol y a la noche.
El espacio nocturno ejerce sobre ellos tal fascinación -el 30% define la noche como "el momento de la gente joven para la gente joven"- que el 41% sale de noche cada fin de semana.
La salida nocturna prolongada hasta la medianoche es un rito de paso de la infancia a la adolescencia más significativo, incluso, que el mantener relaciones sexuales. Y eso que nuestros chicos son cada vez más precoces en esta materia: 16 a 18 años de edad media a la hora de tener su primera relación sexual. Aunque a distancia todavía de los adolescentes gringos (que en abierto contraste con el puritanismo oficial de sus países se inician en el sexo a eso de los 14 años).
¿Pero qué piensa esta generación criada en los hábitos de la reclamación y el consumo y destinada a tomar las riendas de lo que, pese al aporte inmigrante, va asemejándose cada vez más a una sociedad de jubilados?
El problema de nuestros jóvenes es que están sujetos a clamorosas contradiccionesTienen su pedestal en casa, pero forman parte de lo que se ha dado en llamar la "generación en prácticas" Viven en un mundo donde el consumo está idealizado como forma de realización personal y de relación social y resulta que están atacados por los riesgos e incertidumbres laborales de la globalización.
Pero, establecido que muchos tienen dificultades objetivas para emanciparse, tampoco cabe minusvalorar el elemento cultural "No somos masoquistas. Quedarse en casa ofrece grandes ventajas. Yo sólo me independizaré cuando tenga las cosas muy claras con el trabajo estable y con mi novio", vienen a decir. Las relaciones de noviazgo tampoco son ya tan determinantes en esta sociedad posmoderna caracterizada por la ambivalencia y la contradicción. La disyuntiva, el tener que optar y renunciar a una de las opciones, ha sido reemplazada por la yuxtaposición. Se puede ser una cosa y otra, joven con espíritu adulto y viceversa, trabajar en esto y aquello.
Los noviazgos no implican ya la renuncia a las salidas con los amigos, "el grupo de iguales". Mientras para sus progenitores, la formación de una familia era prácticamente la única posibilidad de acceder a las libertades de la vida adulta, estos jóvenes pueden ensayar nuevas formas de vida social. . Ya dice Ulrick Beck que los jóvenes de ahora están obligados a construirse ellos mismos una biografía.
Es una idea que enlaza con la impresión de muchos jóvenes de que transitan por terrenos "donde los senderos apenas están marcados". En la sociedad moderna, el dinero es un señuelo todopoderoso que eclipsa valores de referencia de generaciones pasadas, como ser un buen profesional, ejercer el magisterio o el arte. Y sin embargo, ¡sorpresa!, resulta que estos hijos nuestros que creíamos tan prosaicos dicen que ganar mucho dinero sólo ocupa el noveno lugar en su listado de prioridades.
Convivir en un departamento pequeño con un solo baño y sin demasiado confort es un acicate para buscarse la vida fuera; de la misma manera que vivir sin agobios invita a lo que Andreu López llama "aumento de capital social". A su juicio, quedarse en casa responde a una estrategia pragmática que permite a los jóvenes seguir formándose, rechazar los malos trabajos y elegir el momento de la emancipación. No tienen prisa porque tienen las necesidades básicas cubiertas.
No, nuestros jóvenes no son unos aprovechados comodinos. Si nos fijamos bien descubrimos en ellos nuestro propio reflejo, no sólo físico, sino también cultural. Han heredado la sociedad que les hemos dado, son más libres, más tolerantes, más seguros de su capacidad y competencia. Pese a que la supervivencia parece exigirles la adaptabilidad de la ameba, puede que muchos de ellos echen en falta valores e ideales que estructuren su futuro y dé más sentido a sus vidas.
Lo que es cierto es que los jóvenes tratan de buscar las mejores oportunidades con lo que tienen apesar de que no quieren crecer en algunos aspectos, en otros se han ganado terreno.
¿Qué piensas lector? ¿Eres un Peter Pan? ¿Conoces a un Peter Pan? ¿Qué piensas de este fenómeno?
2 comments:
Me parece, pero claro esto es solo una opinión particular, que el termino "Peter Pan" está mal utilizado en este contexto. Si bien la idea del niño que no quiere crecer y que será niño para siempre nos da la idea de la irresponsabilidad, inmadures, las travesuras y juegos; también nos da la idea de la eterna inocencia y de no perder la capacidad de asombro ante las experiencias de la vida.
Ahora, mi problema es que tal vez sería mejor definir a estas peronas como "Adultecentes" ya que, se niegan a estar limitados como si fuesen menores de edad, pero esto no les impide hacer lo que les venga en gana y sin embargo viven de cuestionar, infraccionar y aprovecharse de las facilidades y las comodidades que tienen día a día para satisfacer solo sus actividades lúdicas; por otra parte, la mayoría de las veces este tipo de individuos e individuas se destacan por defender su "estilo de vida" en una concepción de libertad "por que soy libre" "por que no puedes prohibirmelo" "por que ya no soy un niño" "por que es lo que quiero" ....
Analizando mas detenidamente esta serie de comentarios podemos observar el tinte egocéntrico que nace a partir de la insatisfacción de la persona como individuo y la verdadera dolencia que es la falta de libertad. Un comentario que valdría la pena agregar a este argumento sería el de facto que una persona libre es aquella que realiza las actividades que desea asumiendo las responsabilidades de sus actos, cuando se evadé la responsabilidad es cuando caemos en lo que se define como libertinaje.
Como esto empieza a sonar como plática de persona adulta y amargada, he de asumir que yo no puedo considerarme un "Peter Pan" tal cual como lo define el articulo, pero si puedo definirme en uno como lo describo yo; me gustá sentirme maravillado y seguir teniendo la capacidad de asombro y disfrutar de las cosas que podrían considerarse niñerias... si alguien lo duda puede con toda confianza revisar mis aportaciones al internet y descrubrirar este aspecto mio.
Pero, no por ello me gustá vivir en casa de mis padres y mucho menos depender económicamente de ellos.
Mi argumento final, el fenomeno del "botellon" es cada vez mas común dentro de las generaciones que van quedando resagadas y atrapadas en las faldas de sus casas maternas, pero es esta misma seguridad y la falta de necesidad de labrarse una individualidad económica lo que deprime y frustra a las generaciones. La sollución en mi opinion sería que adoptaramos un esquema Gringo de maduración donde los hijos son expulsados del seno materno al cumplir los 19 años para asistir a la universidad y ahí es donde empiezan a labrar su futuro.
Valiente sociedad que nunca deja de sorprenderme.
Bueno es muy respetable tu opinión, me gusta que tu abordas también otro fenómeno y aporta una palabra Adultecentes, que podría ser como el término más académico a la analogía que me latió utilizar con respecto a Peter Pan, no en el sentido dogmático de la palabra o el mensaje de Peter Pan de los niños como tal que no quieren crecer.
Creo que todos tenemos derecho a inventarnos nuestras analogías!
Pero interesante que planteas otro fenómenos en el que obviamente encajas más que este.
Gracias por tus aportaciones y opiniones, son muy interesantes! Saludos
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